En la astrología, la luna esta asociada a lo mas intimo y personal que tenemos. La luna es el satélite natural de la tierra y por vivir en la tierra somos seres sublunares. La luna rige las mareas, el agua, las aguas inconscientes, internas y personales. Conocer nuestra luna natal es el primer paso para empezar a salir del capullo.
En nuestra carta natal, la luna representa lo que para nosotros es protección, seguridad y nutrición, inclusive si por definición la energía del signo en el que se encuentre no sea protectora, segura y nutricia—por ejemplo, la frialdad o soledad capricorniana, o el dolor escorpiano pueden ser nuestros espacios de refugio y mecanismo inconsciente si tenemos la luna en estos signos.
Lo primero que hay que entender es que la luna es nuestra. Viene con nosotros en nuestra carta y seremos nosotros quienes encontremos su resonancia en nuestro ámbito y ambiente infantil. Como mamíferos que somos cuando venimos al mundo, necesitamos que se nos anide y cuide, que se nos proteja del mundo exterior y alimente. Esa será la función lunar en la infancia, la cual mecánicamente se cerrará para protegerse a si misma—generando una fantasía de unicidad.
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Ahora bien, ¿qué pasa cuando es momento de romper el cascarón, pero este es lo suficientemente fuerte y rígido como para conservar la forma? Aquí es donde la función lunar se vuelve un poco asfixiante y opresiva. Un espacio que era nutricio puede rápidamente volverse nuestra peor cárcel.
Es interesante observar cuando alguna perra o gata tiene cría: como las defiende con garras y dientes, pero a su vez les expresa el mayor amor y la mayor ternura. En los animales, al no haber mediación cultural, es mucho mas simple entender cómo inclusive ese apego es cortado de un segundo para el otro, en cuanto esos cachorros estén listos para salir al mundo. Mientras que quizá a los ojos humanos esto sería cruel, es lo mas normal del mundo para una mamá perro darles espacio a sus retoños para que se independicen.
En los humanos, el proceso es mas complejo por la mediación social y cultural de nuestro lenguaje, es decir, nosotros también romperemos el cascaron y saldremos al mundo, sin embargo, siempre en nuestro inconsciente quedará adherido a nuestra memoria ese recuerdo infantil de esa energía que para nosotros es muy primaria, familiar y conocida, la cual podremos haber visto reflejada en nuestra familia. Será en el ámbito más cercano y circundante en donde podemos buscar esas imágenes a las cuales les proyectamos la energía lunar. Pero nunca nos olvidemos que la luna es nuestra y que fuimos nosotros quienes empatizamos con esas características en nuestro ámbito mas cercano.
En este sentido, cuando de adultos ponemos en juego nuestra energía lunar es como si dijéramos ‘quiero a mi mamá, quiero a mi papá, quiero volver a ese lugar tan conocido que me dio tanta protección, seguridad y nutrición’. Cuando de adultos ponemos en juego esta energía sin darnos cuenta y de forma defensiva, lo que estamos haciendo es cerrarnos a nuestra posibilidad solar, es decir, estamos renegando regresivamente, volviendo a la infancia. Esto nada de malo tiene en tanto sea un proceso consciente y elegido. En cambio, si es inconsciente, será un mecanismo que se cierra a si mismo de forma natural y autómata, negando todo lo que salga de él.
¿Cómo podemos hacer para no quedar presos de nuestra luna? ¿Y cómo podemos aprovechar las cualidades lunares sin que las mismas nos asfixien?
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Cuando conocemos y estudiamos nuestra luna en nuestra carta natal por signo, por casa y por aspecto, es que podemos conscientemente elegir en qué ámbitos, escenarios o situaciones expresarla, y también, podemos elegir no identificarnos con ella excesivamente. Por ejemplo, alguien con luna en Tauro no va a abandonar su afecto por la estabilidad material, pero si es consiente de esto, podrá emprender profesionalmente aún cuando no es muy prometedor el escenario económico, ya que entenderá que su miedo esta asociado más con lo aprendido y defensivo que con su deseo actual.
La luna puede ser memoria, puede retornarnos regresivamente a lo conocido, sabido y aprendido, pero también puede ser nuestra forma mas sincera para nutrir, anidar y proteger lo que sea cuando sea. Más que negarla, o querer salir de ella, lo mejor que podemos hacer es conocerla para poder auto-observarnos y entender que nuestros miedos siempre serán nuestros, pero que también podemos superarlos en tanto exorcicemos nuestros propios fantasmas.
–Maria Sasia Medrano es una astróloga, socióloga y tarotista que trabaja en Buenos Aires ofreciendo consultas personales, cursos, talleres y workshops. -Arte por cortesía de Gisela Ramos