Los cuatro pasos para dominar la alquimia de las emociones
Las emociones le dan sentido a la vida. Son el impulso que nos permea tanto a nivel físico, mental y espiritual, una expresión de nuestra alma. Las cuatro emociones básicas son: el miedo, la rabia, la tristeza y la alegría—de estas se derivan todas las demás.
Lo primero que debemos aclarar es que no existen emociones malas o buenas, puesto que cada una es útil en algún contexto. La rabia nos permite defendernos, actuar, protegernos. El miedo nos alerta ante el peligro. La tristeza nos ayuda a drenar, reflexionar y superar el dolor y la alegría nos llena de energía positiva y creativa.
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¿Cuántas personas han logrado alcanzar metas importantes en sus vidas porque la rabia los ha motivado a demostrar su valía? ¿Cuántas han salvado sus vidas gracias al miedo? ¿Cuántos autores han escrito sus mejores obras o canciones bajo la influencia de la tristeza y cuántos recuerdos maravillosos conservamos gracias a la felicidad?
Las emociones se disparan frente a los estímulos: se produce una situación, el cerebro la interpreta y en fracción de segundos genera una serie de químicos que desencadenan determinadas emociones. Ante palabras como: muerte, ascenso, novio/a, jefe, postre, sexo, lluvia, cada persona hace una interpretación personal que le produce un sentimiento.
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El problema de las emociones es que a veces se descontrolan o se quedan más tiempo de lo necesario—ocasionando desequilibrio. Saber manejarlas—subir o bajar el volumen de nuestras emociones—puede ahorrarnos problemas y permitirnos afrontar la vida de manera ecológica, armoniosa y equilibrada. La Programación Neurolingüística (PNL) nos muestra un camino para aprender la alquimia de las emociones. Pero ¡atención! no hay una vía rápida, ni una pócima instantánea. Como los buenos alquimistas, tendrás que trabajar y eso requiere de hacer un compromiso contigo.
Primer paso: Reconocer
Tomar conciencia de las emociones implica estar alerta. Cada vez que ocurre una situación X me siento de tal manera. Esto consiste en aprender a identificar los estímulos que desencadenan en nosotros determinadas emociones, en especial aquellos sentimientos que nos incomodan. Sin juzgarnos y sin querer forzar nada. Lo primero es la auto-observación, como si fuésemos espectadores de una película. ¿cómo te sientes? ¿Puedes ponerle nombre a esa emoción? ¿Qué ocurre en tu cuerpo? (Las pulsaciones de tu corazón, la temperatura de tu cuerpo, sudoración, temblor, etc.) Identifica los síntomas físicos de esa emoción. También presta especial atención a los pensamientos que te vienen a la cabeza cuando sientes esa emoción en particular ¿qué es lo que te imaginas, ¿cuáles son los pensamientos que cruzan tu mente? Este es un trabajo muy arduo, pero si quieres dominar tus emociones, tendrás que aprender a reconocerlas.
El segundo paso: Reencuadrar
Una vez identificado el sentimiento que nos produce determinada circunstancia el siguiente paso es pensar cómo nos gustaría sentirnos, cuál es la respuesta que consideramos más adecuada para nosotros y por qué queremos adecuar nuestras emociones, es decir, qué vamos a ganar con ello. Pero aquí es necesario hacer otra advertencia: esta actividad es algo que debes hacer en frío, cuando estés relajado. Analiza el estímulo que desencadena la emoción y haz un ejercicio mental tratando de ridiculizarlo un poco ¿recuerdas el ejercicio de Harry Potter cuando enfrenta sus miedos con el hechizo ridículus?, ¡Pues, eso mismo harás tú! Por ejemplo, un ejercicio muy frecuente para las personas que tienen miedo a hablar en público es imaginar a la audiencia sentados no en sillas sino en vaters o imaginar que están desnudos (eso los ubica en una posición “vulnerable” y ya no resulta tan amenazador). La idea es tratar de reencuadrar tu interpretación del estímulo que te genera la emoción.
Tercer paso: Visualizar
El siguiente paso es visualizarte actuando y sintiendo la emoción que sí deseas tener frente al estímulo. Siéntate en un lugar cómodo y tranquilo, respira profundamente e imagina toda la escena, visualízate con tu nueva emoción, enfócate especialmente en cómo va tu ritmo cardíaco, tu respiración, tu temperatura, el gesto en tu rostro, el tono de tu voz, mientras más detalles puedas agregar a tu visualización mejor.
Cuarto paso: Ten Fe
El cuarto paso no tiene que ver con técnicas de PNL, pero lo considero muy importante, especialmente cuando las emociones tienen que ver con el miedo o la tristeza. Las personas que tienen fe en algo (Dios, el poder Universal, los ángeles, Alá, etc.) son capaces de sobrellevar mucho mejor las diferentes situaciones de la vida. La fe es un componente que nos hace más fuertes y nos llena de valores positivos para vivir de manera constructiva. Pide guía y sabiduría a tus maestros ascendidos, guías, espirituales, ángeles guardianes o a la entidad de tu mayor fe. Recuerda que, en el camino de nuestra evolución, las emociones juegan un rol importante y es por ello que debemos aprender a trabajarlas de manera armoniosa y constructiva.
-Por Lolimar Araujo MoralesEspecialista en Programación Neurolingüística y practicante de Reiki con más de 15 años de experiencia.